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domingo, 14 de marzo de 2010

EL NEGRO

Esta es la historia del Negro o "Negrito", para los que lo conocíamos de cerca.
El Negro era un perro callejero que fue a dar a malvín, más específicamente a la calle Santiago de Anca donde vive mi madre. Qué lo llevo asta ahí? -No sabemos, pero sabemos lo que lo llevó a quedarse a vivir en la cuadra: la Piki.
La Piki es la perra de Betty, la vecina que vive frente a lo de mi madre.
El Negro se enamoró de la Piki y decidió quedarse en la cuadra.
Como buen guerrero de la calle se bancó el frío del invierno durmiendo arrollado a la intemperie y alimentandose de la bondad de algúnos vecinos.
Recuerdo un crudísimo invierno en el que ese perro me partía el alma y con Diego le conseguimos una casillita (cortesía de Betty que la donó) y al menos estaba resguardado de la lluvia.
El Negro era muy territorial y asustaba a los desconocidos que caminaban por la cuadra. Más de una vez le mordisqueó la pata a algún ciclista y a los pichis que pasaban los odiaba. Siempre perseguía a los autos y ahuyentaba a las personas, ganándose así la antipatía de algúnos vecinos que protestaban porque le habíamos puesto una cucha, etc, etc.
A pesar de tener ese lado territorial y medio loco, era tremendamente compañero. Acompañaba a mi madre al super, a la estación de servicio, a donde fuera. Acompañaba también a mi hermana al liceo (que por cierto es a más de 10 cuadras de distancia) pero el siempre volvía, la tenía clarísima. En alguna ocasión la directora le permitía entrar al otro lado del portón, pues el Negro lloraba en la puerta.
En realidad el acompañaba a toda la barra de amigos de la cuadra a todos lados, incluso a bailar y los esperaba en la puerta.
Cuando se sacaban fotos todos juntos salía el Negro en algún rincón, como un amigo más.
Hoy el Negro ya no está, se lo llevó la muerte en la calle donde supo vivir.
Todos los chicos y chicas de la cuadra lo ayudaron, pero ya no tenía chance y fue mejor ayudarlo a irse sin dolor. Parece que salió de atrás de un auto estacionado sin saber que venía uno en marcha y lo golpeó.
Ayudado por todos los chicos y algunos grandes, llorado y querido por algúnos entre los cuales me incluyo, se fue el Negro. Pero no se crean que se fue así nomás, porque fruto de su historia de amor con Piki fueron seis cachorritos que dejó como legado en este mundo.
Uno de esos frutos vive con mi madre y mis hermanos desde que cabía en la palma de una mano. Con Rosina le pusimos Menta.
Menta trajo más desorden pero alegría al hogar, por lo que puedo decir que el Negro dejó su huella en el mundo y cambió la vida de varios a su alrededor.
Adiós Negrito y gracias por haber ido a dar a malvín, más específicamente a la calle Santiago de Anca.

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